El mayor evento deportivo del planeta se inició ayer en un liviano estadio bávaro y culmina dentro de un mes en el lugar donde Hitler vio ganar a Jesse Owens en 1936: el contraste entre la Allianz Arena de Múnich y el Estadio Olímpico de Berlín ilustra los dilemas de Alemania, pero también las tensiones contemporáneas entre el espectáculo y la memoria [ELPAIS.es]